lunes, 5 de abril de 2010


A través de este medio, quiero presentarles al candidato presidencial por el partido verde, Doc. Antanas Mockus:


Si lo convence, por favor reenvíe este correo a sus contactos.
Es muy útil, pues la campaña de Mockus no cuenta con suficiente propaganda política para entrar en la competencia de los que hoy encabezan los noticieros y las encuestas.
La propuesta de Mockus es más honesta y menos mediática, pues quiere apartarse de esas aparatosas campañas políticas de los demás partidos, que no le permiten al ciudadano preguntarse por las propuestas del candidato, sino que lo convencen a través de una foto y frases cliché.


Antanas Mockus

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Antanas Mockus nació en Bogotá el 25 de marzo de 1952, hijo de inmigrantes lituanos. Aprendió a leer a los dos años de edad, estudió en el Liceo Francés, en la Universidad de Dijón y en la Universidad Nacional de Colombia. Tiene cuatro hijos y se ha convertido en el rostro del contra-político latinoamericano: efectivo, creativo, independiente y poco politiquero.


A mediados de la década de los noventa Antanas Mockus abrió un camino en política y en la administración pública muy diferente al que los colombianos estábamos acostumbrados.

Con el respaldo del voto de opinión llegó a la Alcaldía de Bogotá en dos ocasiones (1995-1997 y 2001-2003),. Logró la reducción de 70% en la tasa de homicidios, la disminución de 50% de muertes por accidentes de tránsito, el ahorro del agua (el consumo bajó en un 40%) además de subir el número de hogares con agua potable y drenaje (al 100 y 95%), y se mantuvo fiel a sus principios. El poder no lo distorsionó.

Con un carisma especial y una abrumadora inteligencia nos ha planteado elementales principios visionarios, como: la cultura ciudadana, la rumba zanahoria, el rechazo al atajo, el respeto a la vida, el cuidadoso manejo de los dineros públicos, la corresponsabilidad, la coherencia entre fines y medios, la educación como mecanismo para dinamizar la productividad y mejorar la equidad social, entre otros.

antanas.jpgSu forma de hacer campaña política ha sido atípica. No se apoya en genios de marketing electoral, ni en empresas especializadas de estrategia de comunicación -tan común hoy en cualquier campaña política-. Apela a su intuición y a las ideas de personas de su equipo; combina arte y publicidad, y acude a símbolos, llegando a rayar con lo rocambolesco. Carece de maquinaria, aquella que aceitan la mayor parte de los políticos colombianos, y lleva cinco años construyendo el movimiento Visionarios por Colombia con la confianza de que son las ideas las que conquistan electores. Y en lugar de plata, lo que le sobra precisamente son ideas. Se toma el tiempo para comunicarlas y no teme a decir frases que quizás no sean las más vendedoras. Pedagogo por excelencia, olvida la milimetría política y los cálculos.

Sus consignas apelan a la honestidad y a la transparencia. No ofrece mercados, puestos, dinero, tampoco se explaya en promesas. Su discurso llama a los colombianos a la confianza. A una nueva forma de hacer política. Rechaza acuerdos diferentes a los programáticos, contradice la corrupción y promueve la cultura donde los dineros públicos sean dineros sagrados; o aquella de “no me pidas en privado, lo que no puedes sostener en público”.

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Las últimas elecciones nos favorecieron, las listas al Senado y Cámara del partido verde, su partido, fueron bien aceptadas por los colombianos y él fue proclamado como candidato único del partido a la presidencia de la república. Es claro que ante un ambiente político turbio y polarizado como el que actualmente vivimos los colombianos, una propuesta diferente, pedagógica como la que plantea Mockus cobra cada vez más sentido, cobra cada vez más valor. He escuchado a mucha gente decir que Mockus sería un buen presidente pero para un país diferente a Colombia, particularmente para uno europeo tipo Suiza, Suecia o Dinamarca. Creo que quienes piensan así son todos aquellos que creen que los colombianos no nos merecemos cosas buenas, que somos basura y merecemos basura, que no nos merecemos alguien que pueda pensar un país en sus verdaderas dimensiones, alguien honesto, alguien inteligente. Si es cierto eso de que cada pueblo tiene los gobernantes que se merece, demostremos en los próximos comicios presidenciales que nos merecemos lo mejor, que nos merecemos alguien limpio, alguien que sabe que no todo vale, alguien que sabe que el fin nunca justificará los medios, alguien que tenga la inteligencia, el carisma y el corazón de un unir a un pueblo fragmentado por la guerra, el narcotráfico, la intolerancia, pero sobre todo por la injusticia social.


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Seguramente, Antanas Mockus sabrá, como ya lo ha hecho en otras ocasiones, revertir los fracasos en triunfos. No en vano, en las diferentes caminatas por las calles colombianas, él hace gala de un carisma que parece más el de un artista famoso que el de un político. La gente lo admira, lo reconoce y lo respeta. Como lo expresó la columnista Salud Hernández, en un editorial publicado en el periódico El Universal el domingo 23 de abril de 2006, “El ex alcalde de Bogotá se ha consolidado como paradigma. Es demasiado honesto para el estándar de la clase política".


AQUÍ ESTÁN ALGUNAS DE SUS FRASES:


-Me encantaría que cada mañana, cuando un estudiante se levanta para ir a clase, comprendiera que allí, en su colegio o universidad, que cada maestro al dar la clase, o un papá al revisar la tarea por las noches, son los escenarios donde se juega la soberanía del país, la diferencia de poder futuro, no en la mesa de las negociaciones.

- No soy blando, soy un duro limpio.

- No me gusta que todo es negociable, comprable, como si el país se manejara a través de una lógica comercial.

- Es inaceptable históricamente la 'locha' tributaria de los hacendados colombianos.

- Un país más zanahorio, un país donde no todo vale, un país donde la productividad se eleva mucho y permite realizar los ideales a la Constitución porque la gente no se mata y porque la gente no toma ciertos atajos. Un país donde ley y cultura están más cerca, donde las obligaciones legales son culturalmente respaldadas: pagar impuestos, respetar el ordenamiento territorial, respetar, obviamente, los derechos fundamentales de los demás.

- El 'todo vale' es la peste de cualquier sociedad.

- Informémonos antes de votar, conozcamos las opciones, leamos el menú antes de ordenar.

- A mí me parece grave que la sociedad colombiana no tiene la suficiente indignación frente a crímenes de lesa humanidad.

- El acto de votar es un acto delicado, y yo veo que la campaña electoral es como un acercamiento mutuo donde la gente se escucha y se olfatea; es una cosa en las dos direcciones. Lo más importante es que la gente debe gozarse su posibilidad de escoger.

- No ofrezco un camino de rosas, sino uno de consolidación. Es como si pusieran unos cimientos en piedra y concreto, y ahora tocara construir más o menos en las mismas proporciones con ladrillo y arena. Fortalecer la seguridad con los componentes de justicia y control social, y fortalecer además la educación, por razones de productividad y de competitividad, amerita un esfuerzo económico grande.

- En Colombia lo que tenemos que ser es corresponsables. Tenemos que cuidarnos entre todos, regularnos entre todos, para no hacer las cosas chambonamente. Es cultura ciudadana.

- Los recursos públicos son recursos sagrados.

- A mí no me gusta mucho que la democracia dependa mucho de la plata, y yo creo que la gente lo entiende y todos los candidatos deberían hacer esfuerzos no por gastar al máximo sino por gastar mucho menos. Eso haría la democracia más creíble. La democracia es debate y votar después de haber escuchado.

- Creo en la democracia deliberativa: argumento va, argumento viene. Los intereses, al volverse públicos, se moderan o se pulen.

- A mí no me da miedo aplicar la autoridad para hacer cumplir la ley. Pero la autoridad hay que aplicarla basada en la pedagogía, más que en la fuerza, porque eso es lo que la hace legítima.


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